viernes, 29 de octubre de 2010

Quisiera ser hombre: quiero asumir la realidad como es, definir lo que se ve confuso. Quiero abrazar esa identidad como si abrazara una nueva fe, con el deseo de dejar de ser lo que soy, lo que creo cierto. Definir y determinar, imponer sobre el factum la voluntad de la razón, la determinación tosca y violenta de la estructura mental construida en base a prejuicios. Quisiera deshacer la diferencia entre lo que soy y lo que quisiera ser, desechar esto que llevo cargando a todas partes, costal que lo mismo sirve de cómodo asiento que de barrera. A pesar de ese deseo, no encuentro manera de desandar el camino, regresar al origen y caminar en otra dirección. No deseo el cambio físico, sino adquirir otra forma de observar y de juzgar, otra forma de absorber al mundo y a las personas. No cambiar de piel, sino de corazón.

domingo, 17 de octubre de 2010

La palabra

Escribo que escribo. Escribo que escucho, escucho que escribo. Escribo que bebo, bebo lo que escribo. Y de repente, una idea, flotando por el cuarto blanco, volando lerda, paciente, como detenida en el tiempo, llega a mi cabeza. Se introduce lentamente, como si no quisiera, como si le costara trabajo, por un oído y luego por el otro hasta que logra entrar. Se introduce en esas células, camina al ritmo de las descargas eléctricas por las que se trasmite la información. Muta, se transforma, se le añaden recuerdos, lecturas, vivencias, vicios y prejuicios, se le extraen otras partes adheridas sólo débilmente. Finalmente, algo medio concreto, algo que se puede llamar pensamiento y posteriormente palabra.